Por: Marcos Antonio de la Paz
La trágica muerte del cubano disidente Orlando Zapata Tamayo es un terrible ejemplo de la desesperación a la que se enfrentan los presos y presas de conciencia que no albergan esperanzas de ser liberados de un prolongado encarcelamiento.
El presidente cubano Raúl Castro lamentó en una declaración sin precedentes la muerte en prisión de Orlando Zapata.
Zapata, de 42 años, murió el martes 22 de febrero, en La Habana, luego de haber sido trasladado desde una prisión en la provincia central de Camagüey, donde inició una huelga de hambre y ayuno a comienzos de diciembre en protesta por las condiciones de reclusión. Hasta ahora no se ha especificado si además padecía alguna enfermedad.
Hasta el sábado 27 de febrero, se había ignorado la muerte de Zapata ¿Por qué los medios de comunicación en Cuba mantuvieron silencio sobre su huelga de hambre y su actitud en la cárcel cuando en el resto del mundo fue cabecera de noticiarios y portada permanente en los periódicos?. La misma ética revolucionaria señala la necesidad de decir siempre la verdad y nada más que la verdad.
Sí, se debió informar desde los primeros momentos su actitud de rebeldía y enfrentamiento a las autoridades. Los motivos por los cuales fue sometido a varios juicios, y además, por qué acumuló condenas por más de 30 años de privación de libertad. La verdad a tiempo evita especulaciones, desinformación y posibilita transparencia.
Orlando Zapata fue trasladado de Holguín a otra cárcel en Camaguey, y de allí, cuando se agravó su situación, a un hospital de La Habana. Posteriormente murió el martes 22 de febrero a mediodía en el Hospital Hermanos Almeijeiras.
Ese joven de profesión albañil, negro, natural de una pequeña localidad del Oriente cubano era de una familia humilde de Banes, un pueblo de más de 35 mil habitantes, situado a 830 kilómetros al Este de La Habana.
El nunca llegó a estar en el grupo de los 75 disidentes, pero al final se convirtió en el primero de la lista debido a la huelga de hambre de 85 días que lo dejó en el camino y que movilizó como nunca antes al movimiento opositor cubano.
No importa su ideología, no importan sus creencias. Aunque fuera ó no un preso de conciencia que difería de la Política Oficial del Gobierno, era ante todo un ser humano y un cubano mas.
Indiscutiblemente su muerte ha provocado una "conmoción sin precedentes" en las filas de la disidencia y en los medios de comunicaciones internacionales. En los últimos 50 años no sucedía nada tan lamentable. Quienes lo condenaron lo convirtieron en líder y en mártir de la disidencia. Esa es la realidad.
La muerte de Zapata ha fomentado la unidad y servido de acicate al movimiento opositor y resulta un golpe de infinito dolor que pudo evitarse. Creo que es muy lamentable también para el proceso revolucionario cubano en el cual se ha afirmado siempre que ¨ nunca hubo ni torturado ni ejecutado. ¨
En los últimos días, media docena de presos políticos y un periodista disidente se han declarado en huelga de hambre en la Isla , además de varios más en ayuno, para protestar por la muerte de Orlando Zapata.
Ellos igualmente exigen la liberación de todos los prisioneros políticos, que según datos de la Comisión de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional son alrededor de 200, de ellos 65 adoptados por Amnistía Internacional como prisioneros de conciencia.
La muerte de Orlando Zapata Tamayo, en definitiva, es un hecho que nos conmueve a todos pero también nos plantea importantes interrogantes para el debate interno cubano. Requiere, ante todo, de una gran reflexión con suficiente juicio que evite otras pérdidas irreparables para las familias cubanas, y para todos aquellos que guardan un mínimo de sensibilidad y conciencia en su condición humana.
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