Por Fernando Ravsberg | 2010-06-10,
El otro día abrí mi Facebook y me encuentro una invitación a un grupo cubano que tiene el curioso nombre de Clonemos a Lázaro Expósito.
Para los que no lo sepan, se trata del Secretario del Partido en Santiago de Cuba.
Al parecer los logros de Expósito en esa provincia oriental son notorios, después de años de ser una de las regiones más marginadas del país. Según pude comprobar con varios santiagueros, las cosas empiezan a cambiar y para bien.
Me dicen que el transporte está mejor, en parte gracias a la adquisición de nuevos autobuses y también porque el Secretario, haciéndose pasar por usuario, investigó lo que estaba pasando, para reorganizar el caos del sector.
No hace mucho estuvo circulando de mano en mano por todo el país, un reportaje en el que las cámaras siguen a Expósito, de madrugada, en una inspección por diferentes panaderas y centros de producción de alimentos.
Las imágenes son terribles, producciones perdidas, alimentos llenos de cucarachas, ausentismo laboral y productos dirigidos al mercado negro. Llega incluso a encontrar a un panadero durmiendo encima de la mesa en la que se amasa el pan.
Lo curioso es también el reflejo mediático del hecho. Ese reportaje fue emitido sólo por la TV local de Santiago de Cuba, mientras que en el resto del país circuló de mano en mano, casi como si se tratara de algún video clandestino.
Un colega de la prensa extranjera, especializado en temas económicos, viajó a esa provincia y me explicaba que los campesinos fueron autorizados a vender comida en la carretera, mientras en el resto del país son perseguidos por la policía si lo hacen.
Mis referencias de Lázaro Expósito vienen desde un viaje que hicimos a lo largo de toda la isla, del que salió un reportaje llamado 5 pueblos, 5 historias. En aquel entonces nos quedamos sorprendidos cuando llegamos a Granma.
Veníamos de Camagüey, donde la escasez que encontramos nos remontaba a los peores momentos de la crisis de los 90 y el ambiente político era tan espeso que el ganadero que íbamos a entrevistar terminó siendo interrogado por la policía.
Llegar a Bayamo fue como cruzar una frontera, como si arribáramos a otro país. Nos hospedamos cerca del bulevar y por la tarde salimos sin equipos a pasear entre la gente, tratando de tomarle el pulso a la ciudad.
La primera gran sorpresa fue encontrar las tiendas llenas de los alimentos producidos en la provincia -leche, helado, yogurt, harina
Encontramos restaurantes italianos, chinos y criollos pagados también en pesos cubanos y una peluquera infantil -la única que vi en Cuba- donde los sillones son aviones, automóviles o animales y en la que hay libros de cuentos en la sala de espera.
La gente me contó que la situación haba mejorado mucho desde que Lázaro Expósito fue nombrado Secretario General del Partido en la provincia. No había más recursos pero si más organización, menos corrupción y una mejor distribución.
Lo triste -me dice una amiga de Bayamo- es que ahora se lo llevaron para Santiago y aquí las cosas empezaron a caminar para atrás otra vez. No me extrañaría que fueran granmenses los cubanos que proponen en Facebook clonar a Expósito.
En los discursos se repite constantemente que la Revolución tiene plena capacidad para la renovación generacional. Sin embargo, en la práctica la gente ve tan pocos cuadros capaces de gobernar que pide a gritos la clonación de los mejores.
No creo que los aciertos de Lázaro Expósito tengan que ver con que el hombre posea capacidades superiores a la de los demás dirigentes. Más bien responde a que ha logrado acercarse y comprender a los ciudadanos que gobierna.
Su estilo es comprobar la existencia del mercado negro comprando productos en la calle, montarse en buses para saber cómo funcionan y hace autostop para comprobar que los demás dirigentes no recogen a nadie en sus automóviles.
Ese es su mayor mérito porque lo que más hace falta en Cuba son hechos concretos que mejoren la calidad de vida de los ciudadanos y eso sólo lo puede lograr un dirigente que sea capaz de fundirse con la gente.